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domingo, 15 de junio de 2008

Opresión


¿Cómo serán los campos de Castilla,
las orillas del Danubio,
las penumbras de Alejandría?
¡Ah pero los campos de Castilla...!

Mi voz intratable es un evangelio de armas,
que viene a temblar ahora
sobre estas rejas
hasta beberme
por entera la desnudez.

Quiero una piel terrible,
mas no de arcilla como antes,
sino de hogueras
para arder en mi prisión.

¿Cómo serán los campos de Castilla...?
Y parecerme allí innegable
detrás de ellos y con ellos.
¡Y sentir que he nacido con la noche!

Alguien, de frente, me mira.
―Yo conozco ese rostro―.
Que el prisionero no es el hombre,
ni el acero la redención.

Quizá el olor de tu voz invada esta celda
o simplemente se vaya haciendo lluvia
hasta ladrar y escupirme en la mirada,
o simplemente te vas cayendo
tan lento como el ocaso,
¡llamándome,
desde los campos de Castilla...!

(En: Deshabitado augurio)

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