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domingo, 15 de junio de 2008

Apología de mi hermano

Para René,
ocaso interminable


Sí, mi hermano se duerme despacio,
como asilando estas espadas verdes
de tanto azar en sus pupilas.

Y en su pie anochece
el ronroneo inquieto del augurio,
¡y en su boca estalla inaplazable
la claridad convocada de la ausencia!

Mi hermano es así, tan callado
y serpentino
como las sangrantes curvaturas del crepúsculo.

Y si nacieran en su cuello auroras,
ahuyentaría la sigilosa ceniza
en la que ha pensado Dios su inconcluso rostro.

Y es que su nombre grita
adivinando con sangre todo en mi casa:
cada retrato, cada espejo,
¡todos los rincones unísonos que en el cuerpo
le inventaron el deseo y la sed!

Sí, ¡es un grito que se detiene solo
conjugado en plural frente al silencio!

(En: Deshabitado augurio)

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